La alfalfa es una planta perenne, tiene un gran sistema radicular, pudiendo medir hasta 4,5 metros, con una raíz principal robusta y muchas raíces secundarias. Llega a alcanzar una altura de 1 metro, desarrollando densas agrupaciones de pequeñas flores púrpuras. De esta manera, la planta es especialmente resistente a la sequía.
Las hojas son trifoliadas. Las flores son grandes; de 8 a 10 mm de longitud, presentados en racimos axilares. La corola es violácea/azul.
La semilla de la alfalfa germina a temperaturas de 2 y 3 ºC, siendo siempre más rápida la germinación cuando más alta sea la temperatura.
La alfalfa es una planta que tolera temperaturas de 10 y 15ºC bajo zero. También es muy resistente a la sequía, aunque para su optima producción necesita tener una buena cantidad de agua (700/800 kg de agua por cada kg de materia seca aproximadamente).
En verde; la alfalfa en verde constituye una excelente forma de utilización por su buena calidad e inestabilidad, pero conlleva gastos importantes tanto en mecanización como en mano de obra. Al contrario sucede con el pastoreo directo, pues constituye la forma más económica de aprovechamiento de una pradera, junto al pastoreo rotacional. Ensilado; es un método de conservación de forrajes por medios biológicos, muy adecuado en regiones húmedas, cuya principal ventaja es la reducción de pérdidas tanto en siega como en almacenamiento. Para conseguir un ensilado de calidad, el forraje debe contener un elevado porcentaje en materia seca (30-40%), debiendo estar bien troceado para conseguir un buen apisonamiento en el silo. Henificado; el uso de la alfalfa como heno es característico de regiones con elevadas horas de radiación solar, escasas precipitaciones y elevadas temperaturas durante el periodo productivo. El proceso de henificación debe conservar el mayor número de hojas posible, pues la pérdida de las mismas supone una disminución en calidad, ya que las hojas son las partes más digestibles y como consecuencia se reduce el valor nutritivo. El periodo de secado depende de la duración de las condiciones climáticas de la relación hoja/tallo y del rendimiento Deshidratado; Es un proceso que consiste en la recolección del forraje verde, su acondicionamiento mecánico y el secado mediante ventilación forzada. La alfalfa deshidratada incrementa la calidad del forraje, economía del transporte y almacenamiento, permaneciendo sus características nutritivas casi intactas. Los productos obtenidos se destinan fundamentalmente a las industrias de piensos compuestos.
Ribero utiliza la variedad de alfalfa Aragón.
La Alfalfa Aragón es una variedad originaria de climas con veranos cálidos y prolongados.
Aragón ofrece un porte erecto, incluso en el fin de la temporada, con días.
Tiene una producción de forraje muy elevada; 5-7 cortes/año, produciendo una alfalfa de muy buena calidad.
Tolera temperaturas hibernales bajas; hasta -15ºC, presenta un color del follaje verde oscuro y un elevado crecimiento primavera.
La alfalfa puede sembrarse en primavera y en otoño. La mayoría de las siembras se hacen sólo con alfalfa, pero también puede asociarse a otras gramíneas.
El rendimiento medio en secano se estima en 21Tn/ha y en regadío 55Tn/ha.
Las fechas de siembra están condicionadas por la alternancia de los cultivos que se sigue en la explotación. En regiones con inviernos fríos como es nuestro caso se hacen siembras de primavera.
Para la alfalfa es recomendable riego por aspersión. Normalmente, suelen darse en el verano dos riegos entre cada corte, dándose el primero después de la retirada de la alfalfa. Es recomendable dar un riego corto tres o cuatro días antes de cortar, porque de esa manera se favorece el rebrote.
Una vez expuesto al sol, se hilera y empaca. Después del empacado se recoge y guarda en el almacén agrícola sin exposición al sol para evitar la decoloración de las hoja.